Vivimos una época en la que aumenta la sensibilización de la ciudadanía
en general por el patrimonio que se atesora en nuestras ciudades. Es grato observar como hoy
no son consideradas actividades poco más que curiosas, aquellas que tratan de acercar
a propios y extraños lugares, edificios o piezas excepcionales conservadas en
muchas poblaciones de nuestra geografía, algo de lo que por cierto Jerez fue
pionera. Y es que ya en 1933, primero Hipólito Sancho, y luego - bajo la denominación de “Descubrimiento de
Jerez por los jerezanos”- el Director de
la Biblioteca Municipal, Manuel Esteve, fueron impulsores de este tipo de
iniciativas. Luego Esteve se llegaría a quejar amargamente del pobre resultado
conseguido, llegando a escribir en ‘El Guadalete’ del 22 de abril de 1933:
“Eran de esperar del propósito los mejores resultados. Faltó sobre todo el
elemento popular a quien este curso iba dirigido, y sobre el que había de
ejercer la mejor acción; nadie dudará que quien conozca el interés artístico de
un monumento, ni lo destruye ni lo quema.” En fin, hoy a diferencia de aquella época
que mencionamos pero gracias a iniciativas surgidas entonces, ha ido calando la
importancia del patrimonio, la necesidad de conocerlo y la obligación, de conservarlo para las
generaciones venideras. Pero también es algo conocido que cuando hablamos de
patrimonio una mayoría lo identifica solo con monumentos arquitectónicos o piezas pictóricas o escultóricas. Desde hace
relativamente poco tiempo, el patrimonio bibliográfico y documental, también
empieza a ser valorado más allá de los restringidos círculos de especialistas, investigadores o funcionarios
encargados de su conservación, gestión y custodia. Empiezan a proliferar
iniciativas que muestran y explican a la ciudadanía en general, la importancia
de documentos históricos o piezas bibliográficas conservadas en nuestros
archivos y bibliotecas. He comprobado muchas veces la sorpresa y emoción
reflejada en el rostro de muchos, al explicarles las vicisitudes, historia y valor
de algunas de estas piezas. Hoy hace dos décadas en la Biblioteca Municipal de Jerez, bajo el
titulo de Joyas de Papel, se iniciaba una iniciativa dirigida al público en
general consistente en exhibir en
vitrinas y difundir –mediante textos y explicaciones in situ- el valor
histórico y patrimonial de un documento o libro. Como Esteve en su día, también
nosotros nos quejamos de que aquella iniciativa no tuvo el eco que pretendíamos,
aunque fue un primer y necesario paso. Por cierto, la primera pieza expuesta de
aquellas añoradas Joyas de papel fue el
libro titulado Una cacería en el Coto de
Oñana. Editado en 1888 con una tirada de tan solo 50 ejemplares. El
ejemplar que conserva la biblioteca jerezana está dedicado por el mismísimo
Duque de T’Serclaes, D. Juan Pérez de Guzmán.
En definitiva una auténtica joya de papel. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO
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