viernes, 18 de marzo de 2016

ALCALDES, CONCEJALES Y "DON FASTIDIO"

En 1912, cuando el sistema caciquil español comenzaba a tambalearse, y un sindicato de tres letras se desnudaba integralmente preparándose para vivir su particular luna de miel con el régimen primorriverista, la alcaldía jerezana la ocupaba el sanluqueño Julio González Hontoria, el del Parque. Hablaba francés e inglés, pero no acababa de entender por qué su carrera política tuvo que coincidir con la aparición del semanario satírico “Don Fastidio”,  “el más radical de la región, dispuesto siempre a fastidiar a todo el mundo”. Lo ha tratado ya Antonio Mariscal el 28 de septiembre en este mismo medio, comentando que no dejaba títere con cabeza cuando de los miembros de la Corporación Municipal se trataba. En eso precisamente queremos abundar en estas líneas, en la campaña de acoso contra los munícipes con críticas que, si las trasladáramos a un periódico actual, colapsarían los juzgados de lo contencioso más de lo que ya lo están. Se trataba, según el semanario, de políticos caciquiles, que incluían todos los colores, pues de cacique tildaba incluso al republicano asidonense Moreno Mendoza, fundador del periódico “La Unión Obrera” en 1899 alcalde de Jerez en los primeros meses de la II República. Las portadas eran ilustradas, siempre protagonizadas por algún concejal o el propio alcalde. A todos juntos los llamaba la “menagerie”, o colección de animales salvajes. El domingo de resurrección los jerezanos se desayunaron con un alcalde caricaturizado y ridiculizado en la portada del “Don Fastidio” (en la ilustración), con toga romana y aspecto de no haber bebido precisamente agua mineral; varios números más tarde la viñeta lo presenta como un Don Juan cortejando a una doña Inés disfrazada de Moreno Mendoza, en el patio del ayuntamiento al fondo del cual se lee el cartel “Depositaría”. Otro día lo dibujan arrojándose al estanque de Tempul en busca de un paquete de mil pesetas, parece que en esto las cosas no han cambiado mucho, aunque ahora los paquetes sean más grandes. Llegado el mes de agosto, el alcalde se prepara para buscar otras latitudes donde el aire sea más fresco, y el periodista no desaprovecha la ocasión: “… ¿dónde encontrarás más frescos que en Jerez de la Frontera?”.  Cómo y hasta dónde estaría ya don Julio, que a la vuelta de sus vacaciones estivales se planta, e impide que la litografía de Hurtado estampara las caricaturas de portada del fastidioso semanario, previa denuncia ante el Juzgado. El 1 de septiembre el periódico abre así: “Don Fastidio procesado: otro atropello del alcalde”.  Pero el juez de guardia hubo de talante chistoso, porque a la semana siguiente las corrosivas viñetas volvían a la portada, y algunos números más tarde aparecen “los microbios municipales”, donde químico observa un tubo de ensayo que custodia un alcalde en miniatura, comentando: “Me parece que entre el microbio Juliano y el Moreno, existen muchas afinidades, y lo peor es que, si se ponen de acuerdo acabarán de reventar al pueblo”. En fin, cierto que declinaba ya el régimen de la Restauración, y que otras fuerzas políticas llamaban a la puerta de la Historia, pero no deja de sorprender la soltura y el desparpajo de cierta prensa cuando apenas estaba amaneciendo el siglo XX. NATALIO BENITEZ RAGEL.

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