sábado, 13 de febrero de 2016

DE CARO BAROJA A SABINA

Hace algunos años recorría una exposición situada en la galería de exposiciones de la Biblioteca Municipal, y que tuvo cierto eco en la ciudad. Recogía una muy completa muestra de los dibujos que el gran Julio Caro Baroja realizó a lo largo de su vida. Julio Caro, como sabemos, fue uno de nuestros más destacados etnógrafos y antropólogos y su obra sigue siendo objeto de consulta por las nuevas generaciones de especialistas. Pero Julio, a modo de divertimento y  sin darle mucho valor, también dibujaba en sus ratos de ocio o cuando el trabajo de investigación lo abrumaba, y así sin pretenderlo sus aparentemente fantasiosas y distorsionadas visiones de la realidad que nos muestran sus dibujos, a día de hoy son un apéndice valioso que enriquece su ya de por sí valioso legado escrito.  Me ha venido a la memoria el gran Julio Caro, leyendo una noticia sobre la presentación de un libro de Sabina. En él  se muestran los dibujos  realizados a lo largo de décadas: en el camerino, en esos largos minutos que anteceden a la actuación y donde los nervios aparecen. En los descansos de las agónicas y  a veces maratonianas sesiones en los estudios. Y como todos sabemos, no son los únicos. Los caminos de la expresión artística están intercomunicados y es difícil encontrar un escritor, pintor, compositor, que a escondidas de su público no transite otro camino distinto al que lo ha encumbrado. Sabina ha desvelado más allá de su círculo de íntimos, ahora esa otra faceta -por cierto en un libro tan primorosamente editado como de prohibitivo precio-. Otros nunca lo harán, o al menos  mientras en vida controlan su legado. Algunos incluso nos hacen dudar sobre si  equivocaron su camino pues su faceta artística desconocida devora a la oficial. Aute es también un buen ejemplo de artista en el que su calidad está contrastada tanto en lo musical como en lo pictórico. De Sabina, por ahora,  me sigo quedando con el trovador urbano. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO  

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