viernes, 29 de enero de 2016

LA SPONGIA

En 1617 Pedro de Torres Rámila, a la sazón maestro de Gramática en la Universidad de Alcalá, publicó un opúsculo titulado la Spongia, del que lamentablemente no se conserva ningún ejemplar, y que solo conocemos por la Expostulatio Spongiae, defensa que bajo el pseudónimo de Julio Columbario escribieron Lope de Vega y sus amigos contra el texto del gramático, del que copian variados fragmentos, pues la Spongia no es más que un ataque contra algunas obras del gran Lope, el llamado por Cervantes “fénix de los ingenios españoles, monstruo de la naturaleza”. Estos datos, que recojo del excelente trabajo de Xavier Tubau (“Temas e ideas de una obra perdida: la Spongia (1617) de Pedro de Torres Rámila”, en Revista de Filología Española, XC, 2010), ponen de manifiesto o demuestran varios aspectos de la vida literaria de aquellos tiempos tan fecundos que se han dado en llamar la Edad de Oro de nuestras letras; entre estos aspectos, que las disputas literarias, muchas de las cuales derivaban o degeneraban en el insulto personal de unos contra otros, tan celebrados como conocidos por todos, no era más que la anécdota, y como tal intrascendente y escandalosa, de una crítica o reflexión rigurosa sobre los principios literarios, sobre cánones y dogmas que proliferaron a lo largo de los siglos XVI y XVII, y cuyo estudio o conocimiento más profundo se reduce a especialistas y tesis doctorales. La Spongia es una muestra de ese ambiente, de ese hervidero en el que también podríamos inscribir la interesante Perinola que escribió Quevedo contra el dramaturgo y fiel amigo de Lope Juan Pérez de Montalbán (ver Diario de Jerez, 5 de junio de 2015), y que no dejaba títere con cabeza o, dicho de otro modo, no respetaba ni a los más sagrados ingenios, entre los que por supuesto debe contarse a Lope. La crítica de la Spongia iba dirigida (seguimos a Xavier Tubau) contra cuatro obras de Lope: La Arcadia, La hermosura de Angélica, La Dragontea y La Jerusalén conquistada. Bajo planteamientos aristotélicos, Torres Rámila censura el poco decoro de los pastores (hablan como nobles) de La Arcadia y la estructura o composición y el diseño de personajes de las otras tres obras; en definitiva, se critica la imitación de los clásicos, sobre todo de los italianos, llevada a cabo por Lope. Las llamadas en otro tiempo “retórica” o “poética” hace ya algún siglo que han desaparecido de la literatura (las últimas grandes las podríamos localizar en el XVIII), y hoy cada poeta tiene su poética (véanse algunas introducciones a antologías), cada narrador sus propios principios sin traicionar del todo el clásico de la verosimilitud; y así, sin cánones a los que agarrarse, sin principios establecidos por los que regirse, la literatura campa a sus anchas, con una libertad a veces inquietante para un lector que solo pretende de ella aquel “planteamiento, nudo y desenlace” que tan bien supo llevar a nuestro teatro clásico el gran Lope de Vega. José López Romero.

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