sábado, 10 de octubre de 2015

SENECTUTE

“El corredor de la muerte tiene el mayor índice  de conversiones de todo el país”, le dice el alcaide del penal norteamericano donde se va a efectuar la ejecución de un convicto por inyección letal, al  periodista interpretado por un convincente Eastwood, que va a cubrir el suceso para su periódico  (Ejecución Inminente. Clint Eastwood. 1998). No exactamente conversiones, pero sí es cierto que el paso del tiempo, la vejez o la enfermedad va llevando a muchos escritores o personajes relevantes de la sociedad a reflexionar sobre el sentido de la vida, mientras reparan cómo se va acercando irremediablemente su opuesto, la muerte.  Uno de ellos, Ramón y Cajal, -que no solo fue el gran científico y divulgador que todos recordamos, sino también gran dibujante y fotógrafo- dejó igualmente algunos libros imperecederos para la literatura. En uno de ellos El mundo visto a los 80 años. Memorias de un arteriosclerótico,  se adentra en la decadencia inevitable del anciano. De todo ello surge un libro excepcional que a la vista de las sucesivas reediciones desde el año de su publicación -1939- más parece una pócima mágica  que consuela nuestro espíritu ante el último tramo de la vida. Mientras Cajal representa, a través de la literatura, la visión de encarar plácidamente el final, otros autores  parecen reflexionar sobre su pasado de manera melancólica, incluso con cierto tono si no de arrepentimiento, sí de reconocimiento de errores que quizás  si se tuviera otra oportunidad no volverían a repetir, en unas páginas pese a todo elegantes y cautivadoras como son las de Senectute de Norberto Bobbio. Por fin, nos encontramos con otro número nada despreciable de escritores que nos legan textos donde aún se palpa el temblor y la incredulidad ante lo que irremediablemente se va acercando. Quizás estos, con  esa sorpresa, y a la vez certeza de lo que finalmente llegará para todos, sean los que más  terminan por hacer mella en el lector. Es el caso del último libro de Henning Mankel, el escritor sueco, que con sus Arenas Movedizas –del que se  incluye también una breve reseña en esta misma página-  creo que regala a los lectores su hasta ahora mejor creación. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO.  

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