domingo, 12 de abril de 2015

INDIFERENCIA

El calendario nos adentra en el mes de abril, mes por excelencia del libro y donde surgen por doquier conversos a la lectura cuya fe dura lo que tarda el calendario en ir dejando atrás el día 23, fecha  donde Cervantes y su  novela universal El Quijote son objeto del anual homenaje. En nuestra ciudad también  estos detalles los encontramos casi sin matices, aunque en 2015 las celebraciones primaverales  en torno al libro vienen marcadas, en el caso de Andalucía, por dos detalles muy relacionados con nuestra ciudad. Por un lado, el reconocimiento a la jerezana Pilar Paz Pasamar como escritora del año por el CAL, lo que se materializará con la edición de una antología, y por otro la celebración del centenario del fallecimiento de otro paisano vinculado a las letras como Luis Coloma. Hasta ahora ni una cosa ni otra parecen haber tenido mucho eco en una ciudad donde el libro y la lectura  siguen desempeñando un papel secundario, y donde sólo la aparición por estos lares  de figuras popularmente reconocibles como María Dueñas, acaparan muy brevemente y sin alardes la atención mediática. A Pilar Paz, cuya obra injustamente no ha recibido el reconocimiento merecido, como indica el CAL, tendremos ocasión de dedicarle la atención y el espacio  que merece las próximas semanas, en cuanto a Coloma ya lo hicimos hace otras tantas. Pero en todo caso, la ciudad y sus gentes parecen ajenas a estas efemérides a las que sigue sin mucho entusiasmo pese a esos matices locales, como han vivido ajenas un año más a ese 2 de abril, donde recordando a Andersen  celebramos el Día del libro infantil y Juvenil, por cuya difusión tanto hace  desde estas mismas páginas el profesor García Oliva. Pero cuando la realidad diaria es la de las bibliotecas escolares o públicas languideciendo ante la falta de atención o de medios, las administraciones   de perfil priorizando otros asuntos y  los lectores  agrupándose casi en secreto  en clubes, como en un intento de autoprotección ante una sociedad  hipócrita ante la lectura, abril, el mes del libro va quedando como  una molesta efemérides que a duras penas sobrevive entre el potente, este sí, calendario festivo local. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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