viernes, 16 de enero de 2015

LA ISLA

-“Pá. Una preguntita de esas que a ti te gustan”. Mi proyecto de ingeniero, es decir, mi hijo atacaba con una de esas preguntas que solo la familia nos tiene reservadas. –“El otro día estábamos mis amigos y yo hablando de libros… (está claro que solo los hijos no nos dejan perder del todo esa ya casi agotada capacidad para la sorpresa) y surgió la pregunta: ¿qué tres libros te llevarías a una isla desierta?” Ante la sonrisilla entre condescendiente y profesoral que me salió de forma natural, el puñetero se adelantó: -“Pero no te enrolles, que no tengo todo el día”. –“Déjame unos días para pensarlo, porque estos asuntos requieren reflexión”, le contesté para salir del aprieto. Pasado el plazo, –“Bueno, Pá, ¿hay respuesta a la preguntita o tienes que consultar con la RAE?”. ¿Y por qué siempre la famosa isla? –“¡Ojú!, ¡ya viene el rollo!”- le oí por lo bajini. Tres tipos de libros no deben faltar en una mesilla de noche, que bien pudiera ser nuestra isla particular: aquellos que nos enseñan el camino a seguir como seres humanos, libros guía, modelos de valores humanos, en los que intentemos descifrar nuestro destino, por ejemplo, la Biblia, libro que nos reconforta y nos pone en comunicación con Dios (en una isla desierta a Dios hay que tenerlo de nuestra parte). Otro tipo de libro sería aquellos que nos enseñan toda la maldad de la que es capaz el ser humano, y para ello con la lectura de algunos dramas de Shakespeare ya no tendríamos ganas de volver desde nuestra desierta isla a esta mal llamada civilización. Pero está el último tipo, aquellos que nos enseñan todas las virtudes y todo lo bueno que se encierra en la humanidad y la belleza que es capaz de crear, y para ello ninguno mejor que El Quijote y los libros de poemas, los sonetos de Garcilaso, por ejemplo. Son estos últimos libros los que te reconcilian con el prójimo y te infundirían fuerzas en la isla para volver a este mundo. –“Buen discurso, Pá. Afortunadamente cada vez hay menos islas desiertas”. ¿La madre?, una santa. José López Romero.  

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