sábado, 15 de noviembre de 2014

SOMBRAS

Hace unas semanas les daba cuenta de la aparición de dos documentos de gran  valor histórico: uno databa del siglo I d. C. y el otro era un cuaderno perdido de un científico de la expedición de Scott a la Antártida. Ahora me gustaría cerrar el tema acercándome a la otra cara de la moneda, la de  la literatura, donde la aparición muy de vez en vez  de algún manuscrito inédito de un escritor de prestigio ya desaparecido, o un fragmento nunca publicado de algún libro de culto, no suelen estar exentas de polémica. Sucedió el año pasado con la aparición oportuna –lo digo porque se vivían los prolegómenos del aniversario de su muerte- de unas pocas páginas inéditas del libro de Saint Exupery El principito. En esto de las apariciones “espontáneas” en la literatura hay que estar prevenido, pues a diferencia del rigor que rodea los estudios previos a las “apariciones” de los documentos históricos, la sombra siempre planea sobre los literarios. Y es que se juega  con ese convencimiento de que todos estamos predispuestos a desear la aparición de un libro desconocido de un autor que admiramos, predisposición que hace aumentar la picaresca.  Fue muy comentada hace unos años la publicación de una desconocida versión de  la novela de Julio Verne El volcán de oro. Hoy las incertidumbres sobre ella siguen y tenemos dos versiones firmadas por el mismo autor, y ninguna certeza sobre cuál  era la que Verne deseó dar a la imprenta. Revolver viejos manuscritos  siempre trae consecuencias no deseadas, y si no, basta recordar el culebrón que aún sigue sobre el último original inacabado de Capote, Plegarias atendidas, del que periódicamente aparecen algunas páginas. Estos últimos años han ido apareciendo textos de Orwell, poemas de Benedetti, cuentos de Kafka, etc. Y la lista seguirá creciendo puesto que la literatura se rige por unos intereses comerciales lejanos a los de la investigación histórica, y es esto lo que muchas veces arroja serias sombras sobre la auténtica realidad de lo que se nos trata de vender. RAMON CLAVIJO PROVENCIO 

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