sábado, 1 de noviembre de 2014

CALLAR A TIEMPO

Los hay que hacen de la literatura un medio de vida, y muchos que siguen intentando vivir de ella; los hay también que convierten su  vida en literatura, a veces de ciencia ficción, otras de terror; pero también los hay que hacen de la literatura su vida, y la viven con la pasión y el dolor, con la felicidad y la desgracia, con la alegría y la tristeza que nos proporciona el mismo hecho de vivir. A este pequeño y admirable grupo de escritores pertenece Mauricio Gil Cano. El conocimiento de años de Mauricio y su obra, sobre todo poética, dan testimonio de lo que acabo de escribir. Un testimonio que el lector que se acerque a sus poemarios comprobará sin duda, desde  su 19 sonetos y un canto a Venecia, pasando por Declaración de un vencido hasta llegar a la última entrega Callar a tiempo (Ediciones En Huida), sin olvidarnos de la labor que durante años ha ido desarrollando en los distintos medios de comunicación como crítico, y como coordinador y director de diferentes y variadas propuestas literarias (taller de creación literaria en la Fundación Caballero Bonald; director de la colección de poesía “Hojas de bohemia”), que representan una importante contribución al panorama cultural de nuestra ciudad. Unidas, así pues, literatura y vida, Callar a tiempo es la crónica de las últimas páginas de ese libro vital de Mauricio Gil Cano; crónica de un vivir en el que no falta ningún elemento, ni sentimiento, ni actitud que a un hombre le pueda ser ajeno: la pasión amorosa (el soneto en alejandrinos “Tú sabes”), pero también el anhelo del otro (“La espera”, dedicado a Carmen); el compromiso del hombre con su tiempo y su destino (su inicial “Para aprender vinimos”), o con el prójimo (“Symposion”); la relación del hombre con un dios que es sacrificio, muerte, resurrección, salvación de ahí los versos dedicados a Cristo (“Calvario”, “Dios agonizante”, “Spe Salvi”); el dolor de la creación literaria (“Yo”; “Callar a tiempo” que le da título al conjunto); pero sobre todo la concepción del hombre como náufrago o ángel caído pero “definitivamente humano”, porque los poemas de Mauricio son miradas hacia el interior en un permanente buscarse y comprenderse, entender en definitiva a un yo en conflicto dialéctico consigo mismo. Se cierra el poemario con un apartado de “Homenajes”, en los que destaca el poema dedicado a su madre y a poetas como Miguel Hernández o Jaime Jaramillo Escobar de los que celebra su compromiso vital. Por los poemas transitan referencias, versos, citas de Cernuda, de Juan de la Cruz (sobre todo), de Blas de Otero, Borges y de tantos otros que forman ese conjunto de fuentes literarias de las que Mauricio sabe coger la mejor lección: “para saber que somos lo que fuimos / y seremos aún y algún día sabremos / quizá que habremos sido”. José López Romero.

No hay comentarios: