Hace unos días asistía a una conferencia donde se hacía un repaso por
las últimas décadas del sistema educativo de nuestro país y su repercusiones en
la zona de influencia de Jerez. En ese documentado y a veces emotivo repaso que
hizo Manuel Santander, saltaron ante el auditorio nombres como los de Miciano, Teófilo
Azabal, o Antonio Roma entre otros. Nombres
que desde distintos campos de la cultura tuvieron una enorme influencia en la
ciudad y que el paso de los años ha ido condenando, premeditadamente en algunos
casos, al olvido. De muchos de estos personajes y de otros como José Cádiz, de
sus luces y sombras, tuve información a través de un testigo privilegiado como
fue el ya desaparecido profesor Antonio Olmedo, gran bibliófilo, y con el que
tuve el privilegio de compartir largas conversaciones cuando me visitaba al
final de su vida en la biblioteca. En aquellas charlas, no importaba de qué se
hablara, siempre saltaba en algún momento las visiones que Antonio me dejaba de
una época, la postguerra, especialmente
desde el punto de vista cultural pues, me decía, este aspecto era decisivo para
comprender la vida en la ciudad en aquellos años. Lo cierto es que la información oficial, aquella que podemos
encontrar en la documentación conservada o en la tutelada prensa de la época
contrasta muy significativamente con la que fueron aportando testigos de
aquellos años como Antonio. Algunos
hemos tratado de hurgar en las manifestaciones culturales de ese periodo en
Jerez con mayor o menor fortuna, estudios parciales que sin embargo han ido
aportando alguna luz sobre el duro golpe que significó para la cultura en la
ciudad la desaparición de figuras como las anteriormente nombradas. Falta sin
embargo ese estudio multidisciplinar, que rescate del olvido las aportaciones
culturales de aquellos de los que aún
nos llegan ecos. Habrá otros - me temo- a los que no llegaremos a tiempo. Ramón Clavijo
Provencio.
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