viernes, 7 de diciembre de 2012

EL ANTICRISTO


Como ya hiciera con los opúsculos ‘A los jóvenes’ y ‘Exhortación a un hijo espiritual’, obras de Basilio de Cesarea, Francisco Antonio García Romero acaba de publicar, en la misma colección Biblioteca de Patrística (editorial Ciudad Nueva), una edición de la obra de Hipólito ‘El anticristo’. La misma calidad y el mismo rigor en el tratamiento del texto y en el estudio previo en torno a la figura e identidad de este Hipólito (de origen oriental que fue obispo, aunque se desconoce aún de qué lugar), así como en el análisis de las claves de esta obra cuyo interés radica en el mito bíblico del anticristo, son virtudes o valores que nos presenta este nuevo trabajo de edición e investigación de Francisco Antonio, cuya solvencia en el manejo de estos textos está más que demostrada. Dos trabajos ya publicados en la misma colección con el denominador común del rigor filológico y, sin embargo, tan distintos en la temática que nos plantean. Las luces que iluminan los bellos y prácticos consejos de Basilio de Cesarea, contrastan con la oscuridad que envuelve la imagen del “Antimesías”, del “abominable desolador” o también llamado “abominación de la desolación”. “El Anticristo personifica en el cristianismo a esa figura antagonista de la divinidad, que aparece de diferentes maneras en diversas culturas y épocas distintas, aunque especialmente en el mundo judío”, nos dice Francisco Antonio antes de señalar las distintas formas de representación de esta figura, que tiene su base textual en diversos pasajes de la Biblia, sobre todo en el Antiguo Testamento y en el ‘Apocalipsis’, y en menor medida en el Nuevo Testamento, pero que vuelve a aparecer con fuerza en los textos cristianos a partir de la segunda mitad del siglo II. Todas estas referencias se encuentran en la edición, ya sea en la introducción, ya en el propio texto de Hipólito, quien en su obra repasa las fuentes bíblicas que anuncian la venida del anticristo. Una figura que tendrá a finales del siglo XIX su versión filosófica tan conocida como polémica, a cargo del gran Friedrich Nietzsche, que veía en el propio cristianismo y en la Iglesia a los verdaderos anticristos. Después de la adjudicación o identificación del emperador Nerón con tal figura, de lo que se hicieron eco Tácito y Suetonio, a lo largo de épocas, civilizaciones y religiones todos hemos tenido y seguimos teniendo nuestros anticristos, ya sean generales, oficiales o particulares. Una vuelta en este sentido por Internet nos resultará muy aleccionadora no solo por las imágenes que representan al anticristo, sino por la diversidad de personajes que se han tomado como representación del “abominable desolador”, según creencias y, sobre todo, posiciones o criterios políticos. Y yo en esto tengo también mis anticristos, pero hoy me los callo. ‘El Anticristo’ de Hipólito, con introducción, traducción y notas de Francisco Antonio García Romero, se presentará el día 13, las 19’00 en la Biblioteca Municipal Central. José López Romero.

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