sábado, 10 de noviembre de 2012

PARA LEER


Al noroeste del estado de Nueva York  en el entorno boscoso de las montañas de Catskill, se levanta la residencia de un erudito japonés que ha encargado a un afamado estudio de arquitectos la ampliación de la misma. La cosa no tendría mayor relevancia ni hubiera atraído nuestra atención, si no fuera porque la mencionada ampliación consistirá en  levantar  un pequeño edificio separado del resto de la propiedad destinado exclusivamente a la lectura. Hace décadas, cuando cualquier familia pudiente reservaba en su casa una estancia para la biblioteca, esto no sería noticia,  pero hoy cuando precisamente se produce el fenómeno contrario y  los libros en papel van desapareciendo visualmente de muchos domicilios (o nunca los tuvieron), esta noticia nos reconforta y dice mucho de la importancia que la lectura tiene para muchos, hasta el punto de que proyectan reservarle un hueco en su  entorno más privado, como antaño. Pero la cosa no queda aquí, en el municipio catalán de Cardona se está llevando a cabo una iniciativa cuando menos pintoresca: ofrecer a los comensales de algunos de los restaurantes de la localidad libros para la sobremesa. Hasta ahora conocíamos librerías cafeterías,  hoteles con su pequeña biblioteca, incluso pubs con su pequeño rincón de libros. Iniciativas curiosas algunas con más éxito que otras. Pero al parecer la experiencia de Cardona excede con mucho las mejores previsiones y  está siendo todo un éxito, sobre todo en cuanto a los niños. Y es que los lotes de libros son mayoritariamente infantiles por lo que a la  sobremesa, mientras los padres saborean el café y la copa y charlan relajadamente, los niños leen. Entusiasmado por la experiencia está Joan Antoni Albacete que regenta uno de los restaurantes de la mencionada localidad: “en el restaurante esto ha sido una gran y positiva sorpresa. Los niños son grandes lectores de cuentos, y cuando se enfrascan en la lectura están tan calmados que parece no estuvieran”. ¡Quién lo diría! pero en Cardona al parecer la lectura está desplazando los videojuegos e incluso los castillos hinchables. Curioso. Ramón Clavijo Provencio. 

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