viernes, 18 de mayo de 2012

HOTELES


Hace ya algunos años leí un curioso libro sobre aquellos hoteles donde habían recalado escritores viajeros ilustres. Se titulaba “Hoteles literarios” aquel oportuno  libro escrito por Nathalie de Saint Phalle.  A través de sus páginas se podía recorrer la geografía planetaria, desde Adén a  Zúrich, si seguimos un orden alfabético, enterándote de anécdotas de unos personajes de carne y hueso que escribieron en muchos casos obras que nos enamoraron, pero cuyas vidas personales no iban parejas a las literarias, a tenor de los vestigios que fueron dejando en los establecimientos en los que se alojaron. En algunos de ellos incluso conservan algún recuerdo de tal o cual escritor o escritora, olvidado en su momento en alguna habitación, y que ahora se exhibe con orgullo como reclamo para los nuevos viajeros. La verdad es que en los hoteles los objetos tienden a desaparecer más que a quedarse, y el pequeño hurto por parte de los clientes se ha convertido en casi una moda que ha obligado en muchos casos  a extremar las medidas de seguridad para que la caja, y más en estos tiempos de crisis, no dé un balance final de números rojos. Por ello la noticia de que un conocido hotel madrileño haya abierto una biblioteca con los libros que a lo largo de generaciones se han ido olvidando sus clientes, me parece cuando menos curiosa. Por lo que me cuentan, la nueva biblioteca tiene más de quinientos volúmenes, previamente escogidos de entre un número mayor, y seleccionados en razón de diversos detalles que podían hacerlos atractivos a la nueva clientela,  no sólo por el interés de su contenido. Así, algunos de ellos contienen la firma de algún famoso, otros tienen anotaciones curiosas, incluso alguno está ilustrado profusamente, al parecer por un conocido artista, y que por supuesto después de pedir permiso al autor para conservarlo, se ha convertido en la “joya de la corona”. Entre tantas noticias deprimentes para la cultura que estamos viviendo en estos últimos tiempos, me parece interesante esta iniciativa del hotel madrileño de abrir una biblioteca, y no un spa, como reclamo para su clientela. Suerte. Ramón Clavijo Provencio  

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