sábado, 18 de febrero de 2012

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-Father, una preguntita. (¡el diminutivo amenazador!) – Una y que no sea muy difícil, porque no está la cosa para gastar ni una neurona. - ¡Tan borde como siempre mi father! Pues como tu amigo Ramón y tú habéis conseguido ese rollito de publicar esa novelita (el diminutivo irónico) en Amazon, “Asta Regia” dices que se llama, había pensado (¡mi hija pensando!) que me podrías ayudar a publicar mis mejores tuits, una selección de mis momentos estelares con mis amiguetes y con ese lenguaje que tanto te gusta de las k, los xk, etc. ¿Qué te parece? – Pues lo de comparar tus tuits siderales con nuestra novela, un insulto; y lo de publicarlos, un atentado contra el género humano del que no quiero ser cómplice. - ¡Ese es mi father! ¡Anda, que no tienes precio como animador de iniciativas personales y para apoyar a la familia! ¿Qué quería que le dijera? Desde que hace una semana mi compañero de página comentaba la compra por Ediciones B de novelas previamente publicadas en Internet, donde habían obtenido un gran éxito, con el fin de editarlas en papel, no hay día en que no lea o escuche en los medios de comunicación alguna noticia al respecto. Es cierto que la edición digital, gratuita en la mayoría de los casos, siempre y cuando el autor no tenga más pretensión que poner el texto al alcance de cualquier lector a módico precio, es la salida de muchos escritores, noveles y no tan noveles, en busca de la gloria literaria, la cual sería plena si viniera acompañada de algún ingreso económico. Aunque más de uno no se fía ni de la suerte de los textos colgados, y menos aún de la devolución de los pagos de los lectores que descargan los libros. Pero lo peor de todo sería que cuando viajemos al espacio nos encontremos con nuestros libros digitales, los tuits de mi hija, vagando por la atmósfera como esos residuos o basura que han ido dejando las naves espaciales y que ahora amenazan con caernos encima. ¿Se imaginan que estemos tranquilos en la playa y nos caiga en la cabeza, como llovida del cielo o del basurero espacial, una novela de Falcones? ¡No lo permita Dios! José López Romero.

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