viernes, 11 de noviembre de 2011

¿DIFERENTES?

¿Se lee más o menos en Jerez que en otros sitios? Esta pregunta me la hacían hace unos días en un acto cultural centrado en la lectura.  Mi respuesta fue rápida, y sin dudarlo contesté que “en eso no somos diferentes”. No me extrañó la pregunta, pues es casi un clásico en este tipo de reuniones, no importa la temática sobre la que se trate, ni la ciudad donde uno se encuentre. Lo cierto es que parece que estemos obsesionados en ser siempre distintos a los demás.  Pues miren ustedes por donde, en el campo de la lectura no podemos ser chauvinistas  ni para bien ni para mal, aunque no me cabe duda de que alguno hubiera preferido que la realidad fuera que en nuestra ciudad se lee menos que en ninguna parte, pues sería una manera de ser distintos. Bromas aparte, lo que sí es cierto es que  no corren buenos tiempo para la lectura en nuestro país, y por si faltaba algo para enturbiar el panorama nos alcanzó esta crisis que nadie pareció, por lo menos por estos lares, ver llegar. Y es que la crisis,  aparte de  inspirar a algunos novelistas de reconocida fama como Petros Márkaris (ver la sección Reseñas) ha traído, eso sí, más usuarios a las bibliotecas públicas. Al menos es lo que parece interpretarse de las estadísticas que empezamos a conocer de estos dos últimos años. Ahora las bibliotecas suelen estar a rebosar a diario y no sólo en época de exámenes, cuando llegan legiones de estudiantes buscando un lugar para el estudio. Pero no nos engañemos, no son estos nuevos lectores los que dispararán hacia arriba las modestas cifras de lectura en nuestro país, sino aquellos que las abandonaron en tiempos de bonanza, y ahora no tienen más remedio que recurrir a ellas para acceder a tal o cual libro, o película, o para enganchar su portátil al wifi gratuito que normalmente se oferta en la mayoría de ellas, porque en casa nos hemos dado de baja en el ADSL, o  ya no podemos comprar todos los libros que deseamos. Hoy  las bibliotecas, eso sí, sin duda son más públicas y cosmopolitas que nunca. Ramón Clavijo Provencio. 

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