sábado, 28 de mayo de 2011

PATRIMONIO DEVALUADO

Hace unos días saltaba la noticia de la aparición en una planta de reciclado  de basuras, en la ciudad de León, de la edición de 1581 de la “Summa Teológica” de Santo Tomás.  Este tipo de noticias no son tan infrecuentes como pudiéramos imaginar, y es que la ignorancia o la insensibilidad por el patrimonio sea cual fuere, sigue estando en la actualidad a la orden del día   pese a los evidentes  logros de la época que nos ha tocado vivir. Ya pasó algo parecido en Jerez hace unos  años, cuando también unos ciudadanos denunciaron la aparición en un contenedor de basura situado en la calle Corredera de “Mística Ciudad de Dios”   de Sor Ágreda de la Cruz edición de 1671. En aquella ocasión el libro pudo ser rescatado y actualmente se encuentra depositado en la Biblioteca Muncipal, es cierto que muy deteriorado pero al menos se pudo conservar la obra en su integridad sin amputaciones o pérdidas significativas. En el caso de la “Summa Teológica” encontrada en León lamentablemente lo conservado es solo un volumen, pues si nos referimos a la edición de 1581, estaríamos hablando de la impresa en la ciudad gala de Lyon, en cuatro volúmenes. Por tanto, en este caso a diferencia del caso jerezano, la pérdida es mayor, pues a la  antigüedad de la edición producto de una aún  incipiente imprenta, estaríamos hablando de una de las más valiosas, a lo que tendríamos que añadir la destrucción de los restantes tres volúmenes que completarían la “Summa”, correspondientes a dos de las tres partes en  que originariamente se publicó. De estos tres volúmenes al parecer sólo ha quedado una especie de masa informe, al no superar el proceso de prensado del camión de recogida de basura. En el imaginario de la gente parece que el libro cuenta poco, y si no, que se lo digan a aquellos descuideros, que en un traslado de libros a la biblioteca Municipal a comienzo de los años ochenta,  cogieron una de las  cajas apiladas a la entrada del edificio (cajas de vino cedidas por una bodega local). Cuando uno de los vigilantes de la institución les gritó “¡Qué se llevan los libros!” tiraron rápidamente la carga. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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