viernes, 25 de febrero de 2011

Entre la algarabía y el vacío

En los numerosos y periódicos estudios que se realizan sobre los hábitos de lectura  en nuestro país, se sigue constatando  los bajos índices de lectura pero también y, por otro lado,   el dispar grado de utilización de las bibliotecas públicas que según alguna interpretación periodística oscilaría entre “la algarabía y el vacío”. Es decir, mientras habría bibliotecas cuyo grado de utilización sería indiscutible,  en otras en cambio poco menos que reina la soledad y el olvido. Me referiré a este segundo aspecto, el de las bibliotecas,  pues se está dando la paradoja de que se defiende el papel  de éstas como dotaciones culturales indispensables en la sociedad de la información , y por otro, se siguen sacando conclusiones sobre  su utilización basándonos en parámetros ligados exclusivamente a su relación con el libro. Me explico. Es cierto que si ligamos el grado de utilización de las bibliotecas públicas al estudio exclusivo de algunos de sus servicios tradicionales, como el de préstamos de libros, las cifras de utilización de éstas en nuestro país, y más en nuestra comunidad, no son buenas. Pero hay algo que no conviene olvidar, y es que las bibliotecas hoy día, por lo menos el tipo de bibliotecas hacia la que nos abocamos –nos gusten o no-  ofertan una gama de servicios que van más allá de facilitar un lugar para el estudio, la consulta o el préstamo de libros; me refiero a la apertura de salas con fondos audiovisuales, consulta de Internet o actividades de extensión bibliotecaria (por no mencionar la inminente oferta de libros electrónicos), cuyos datos de utilización  no están siendo aún incorporados a algunos de  los estudios que se hacen sobre  las bibliotecas publicas, demasiado decantados aún a considerar el aspecto de estas intrínsecamente relacionado con el libro. Digo todo esto, porque pese a los datos de algunas encuestas, conozco pocas bibliotecas cuyos grados de utilización general, y no solo el de la consulta de libros, no sea alto, y algo de verdad tiene que haber en ello puesto que la demanda de nuevos equipamientos bibliotecarios por parte de los ciudadanos, es una constante tanto en la realidad del país como de la  comunidad andaluza.-Ramón Clavijo Provencio

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