jueves, 11 de noviembre de 2010

OBSCENO

Lo siento, pero no me terminan de gustar (y cuando se habla de gustos, ya se sabe que en estas cuestiones…) ciertos escritores norteamericanos en cuyas novelas los protagonistas y casi todos los personajes se pasan página sí y otra también acabando con las provisiones de las destilerías de whisky y llevándose a la cama a cualquier prójima que se ponga en el punto de mira. Llevo casi un mes con la novela “Mujeres” de Charles Bukowski encima de la mesa y siempre que me pongo a leer prefiero invertir mi tiempo, cada vez más escaso, en libros que me calienten sólo la cabeza. Su protagonista, Henry Chinaski, “viejo indecente y alter ego del autor”, como lo define la contraportada, se pasa las cien páginas que llevo leídas en un estado de pre-coma etílico y, hasta en momentos de semiinconsciencia, logra el tío cumplir como un hombre con las seis o siete mujeres que ya han pasado por su cama. Aunque salvando las distancias, en “Los tipos duros no bailan” Norman Mailer nos presenta otra especie de héroe del alcohol y la virilidad, Tim Madden, que curiosamente comparte con el tal Chinaski su profesión de escritor y su adicción al bourbon y al sexo. Y aun reconociendo que la novela de Mailer tiene más enjundia que la de Bukowski, ambas adolecen de una obscenidad que a mí al menos y como he dicho antes no me acaba de gustar. “Obsceno: impúdico, torpe, ofensivo al pudor”; “pudor: Honestidad, modestia, recato”, así define nuestra Real Academia de la Lengua en su Diccionario estos dos vocablos. Quizá sea esto lo que también ha molestado a algunos libreros de Valencia, a la Ministra de Cultura y a otros políticos del libro de Sánchez Dragó, en el que el siempre polémico escritor entre literatura y “alter ego” (al estilo de Chinaski) explicaba cómo se había acostado con dos “zorritas japonesas de 13 años”. Confieso que no he leído “Dios los cría…” del que es co-autor Albert Boadella, pero de la misma manera deberían los que ahora se rasgan las vestiduras prohibir “Opus pistorum” de Henry Miller en cuya primera página también se habla explícitamente de sexo con menores. La vara de medir obscenidades, según la moral hipócrita a la que estamos tan acostumbrados en este país, es muy ancha para unas cosas y para unos y muy estrecha para otras y para otros. Si el sexo con menores es una verdadera perversión y por ello reprobable y condenable, también es obsceno e impúdico, desde el punto de vista ciudadano, los programas de televisión que mercadean con la vida privada; obscenos los que vienen a provincias a dar conferencias, con la soberbia de que aquí nos lo tragamos todo, hasta el chapapote con que nos intentan engañar; y obscenos los que eligen políticos para que su partido gane las elecciones, no para que sirvan al bien común, a su ciudad, a su comunidad y a su país; la razón de partido antes que la razón de estado. Si medimos con la vara de la impudicia, en comparación con algunos, no sólo Sánchez Dragó, las novelas de Bukowski lo mismo nos parecerían cuentos para niños. José López Romero.

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