miércoles, 3 de noviembre de 2010

NECIO

María Blasco es una investigadora de fama mundial en oncología y envejecimiento. Algunos ya le auguran que más tarde o más temprano el Nobel de Medicina lo tiene en el bolsillo. Dicho esto, no podemos negar que nos encontramos ante una mujer con quien la humanidad está en deuda permanente e impagable, pues está dedicando su vida a la investigación, a la mejora de las condiciones de vida de todos nosotros, en su intento, con éxito por otra parte, por luchar contra las enfermedades y el paso del tiempo. María Blasco cobra al mes 4.000 euros, al marido de la Esteban le han ofrecido 500.000 por una exclusiva. De acuerdo con este dato, que no nos debe dejar impasibles, no es de extrañar que en uno de esos programas de televisión que sufrimos los veranos, aparezca un bulto sospechoso con gafas de sol, blandiendo en su mano una especie de abrevadero de calimocho y con el ademán chulesco, con la desvergüenza de la ignorancia espete a la cámara: “yo también soy un pureta, yo leo libros…” e intentó en vano acordarse con su lengua estropajosa del último título que había puesto entre sus manos sucias. Yo no sé ya, en estos tiempos tan complicados, si a la televisión sólo se asoma la flor y nata de los mentecatos de este país, que parece están esperando a las cámaras en todas las esquinas o en cualquier playa para soltar el exabrupto de rigor, o si la mentecatez, la zafiedad, la ordinariez son ya genes que se han incorporado al ADN de este país. En “Nuestro GG en La Habana”, novela de Pedro Juan Gutiérrez, un viejo boxeador, Crazy boy, le comenta a Grahan Green: “El boxeo es la vida. O al revés. La vida es un boxeo: uno golpea, lo golpean a uno. Y gana el que pega más duro, más rápido y con mayor capacidad de asimilación. Eso es la vida, míster.” Cuando uno se para y observa los 4.000 euros de María Blasco y los 500.000 ofrecidos al de la Esteban, aun estando de acuerdo con las palabras de aquel viejo y deshaparrado boxeador de La Habana, yo me quedo con Macbeth: “La vida… es una historia contada por un necio, llena de ruido y furia que nada significa”. José López Romero.

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