miércoles, 9 de junio de 2010

BRUGUERA


Aunque mi compañero de página se consolaba la semana pasada con el socorrido refrán “no hay mal que por bien no venga”, para segar a golpe de guadaña tanta subvención indiscriminada, ¡y que conste que no le faltaba razón!, por los mismos días en que escribía su artículo nos llegaba la triste noticia del cierre de Bruguera. El Grupo Zeta, al que pertenecía desde hacía unos años el sello de esta antigua editorial, después de su primera quiebra sucedida en los años 80, ha decidido acabar con una colección revitalizada en el 2006 con una nueva y atractiva línea editorial dirigida por Juan Pascual y la escritora Ana María Moix. Cuando entramos en una librería muchas veces nos preguntamos cómo pueden sobrevivir editoriales que no dejan de publicar libros cuyas ventas de seguro no llegan ni a cubrir gastos. Algunas mantienen la actividad con escritores y libros que son éxito seguro; otras malviven con una pequeña cuota de mercado; pero la mayoría, y no digamos las minoritarias, se las va a llevar la crisis por delante, si no acude a su rescate grupos como Planeta, que hace poco compró el Círculo de Lectores, que estaba ya en situación delicada. Absorciones y fusiones que, al igual que sucede en el mundo financiero con las cajas de ahorros, bien puede ser un remedio contra unos tiempos que se presentan muy oscuros. Sin embargo, un remedio que se ha visto ineficaz en el caso de Bruguera y el Grupo Zeta. En nuestras bibliotecas personales, que hemos ido formando desde hace unas cuantas décadas los que podemos definirnos como “los que ya peinamos canas o no peinamos nada”, no faltan libros de Austral, Alianza Editorial y, por supuesto, Bruguera. De éstos, la colección de clásicos es de lo mejor que podíamos comprar en aquellos años: las antologías del teatro de Tirso, del teatro del siglo XVIII, las poesías de Lope, los dramas de Shakespare, etc. a precios irrisorios, la mayoría a 60 ptas. La dichosa crisis nos va a dejar hasta sin recuerdos. José López Romero.

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