miércoles, 12 de mayo de 2010

MENSAJE EN UNA BOTELLA


Hace unos días los medios de comunicación se hacían eco de una noticia, que no por repetida otras veces deja de sorprendernos: el descubrimiento de un mensaje en una botella treinta y tres años despúes de que fuera arrojado al mar. El mensaje, escrito por un chico que viajaba en el velero de su padre realizando una larga ruta por el Atlántico, daba algunos detalles de ese periplo viajero que realizaba a bordo del barco Tamaris. Pues bien, más de tres décadas después alguien encontró aquella botella y picado por la curiosidad comenzó a hurgar sobre aquellos datos que le proporcionaba hasta localizar al protagonista de la historia. Como les digo, no es una historia inédita, pues con variantes se ha repetido muchas veces a lo largo del tiempo. El Pacífico está salpicado de testimonios de soldados de uno u otro bando que durante la Segunda Guerra Mundial, aislados en islas que no aparecían en los mapas, daban detalles sobre su situación. Algunos lo contaron, otros terminaron criando malvas mientras las botellas donde colocaron sus mensajes aún son empujadas por las corrientes marinas. Pero estas historias siempre han sido fuente de inspiración para la literatura. ¿Cómo menospreciar datos que te ponen frente a historias inacabadas, muchas cargadas de detalles enigmáticos, quizás propiciado por la situación de peligro inminente, o desesperación, y donde el escritor puede intervenir para terminar o recomponer una historia que bien pudo ser como la imaginamos? Ya Edgar Allan Poe se daba a conocer en el mundillo literario con el hoy famoso “Manuscrito hallado en una botella”, quizás inspirado en alguna noticia leída en el The Saturday Visitor de Baltimore, precisamente el periódico que premió la narración en un concurso literario convocado por sus editores. Más recientemente el escritor Nicholas Sparks escribiría la novela titulada ‘Mensaje en una botella’, luego llevada con fortuna al cine, donde una periodista trata de desvelar el misterio que se esconde tras una declaración de amor a una difunta, que encontró en la orilla de la localidad donde pasaba sus vacaciones. Y así podíamos seguir con muchos más ejemplos. Pero el misterio que se esconde tras muchos de estos mensajes que nos llegan de un tiempo pasado en una cápsula de cristal, también nos puede asaltar de otras maneras. Hay pasajes en ciertas novelas o historias llevadas a la pantalla grande, y que las más de las veces nos pasan desapercibidas, pero que son la puerta entreabierta a otras historias que nunca sabremos: ¿Cuál sería la historia de ese cadáver congelado que se encuentra Jeremías Johnson, el personaje de la novela de Vardis Fishe (luego interpretado por Robert Redford en la gran pantalla), en los parajes helados de las Montañas Rocosas, al que le quita su fusil que sería luego decisivo para su supervivencia? Hace algunos años llegué a conocer un personaje que recopilaba estas historias anecdóticas que de forma colateral nos asaltan en muchas lecturas, con vistas a un libro que no sé si llegó a publicar. Como ven, hay muchas formas de lanzar mensajes en una botella. RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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