jueves, 15 de abril de 2010

PROHIBIR


Entre 1625 y 1634 el Consejo de Castilla prohibió la impresión de “libros de comedias, novelas ni otros de este género” por motivos morales. La literatura de ficción, sobre todo la narrativa, siempre se ha llevado mal con ciertos principios morales, ésos que algunos tratadistas, ya en el siglo XVI, defendían y, como consecuencia, consideraban perniciosa la lectura de este género entre las mujeres; recomendación o prohibición que podemos leer en ‘La perfecta casada’ de fray Luis de León. No hay periodo de la historia, y en la nuestra en igual o más cantidad y calidad que en la de otros países, en que no se hayan sucedido prohibiciones y censuras de todo tipo; la que afectó a la impresión de libros entre 1625 y 1634 no es más que un ejemplo, como también los catálogos de los libros prohibidos por la Inquisición o las distintas leyes de imprenta que se van promulgando hasta en épocas de mayor libertad social. Por otra parte, leyendo un libro como la ‘Historia del libro’ de Frédéric Barbier (digno sucesor por su rigor y riqueza de datos de esa magnífica ‘historia del libro’ de Sven Dalh), nos damos cuenta de lo que en otra época costaba la edición de un libro y cómo, a pesar de los años transcurridos desde la invención de la imprenta, el libro era considerado una obra de arte, digna por ello, como cualquier manifestación artística, de ser admirada y conservada con todo cuidado. Añadamos además a todo esto las quejas y los lamentos de algunos intelectuales (U. Eco) y de colectivos ecologistas; éstos, por la desertización de los bosques ante la necesidad de papel; y aquéllos, porque se publica demasiado libro inútil. Si unimos costes, desertización, inutilidad y prohibición, el resultado no puede ser más beneficioso para la humanidad: nunca se hubiese publicado ‘Un sueño para mis hijos’, de Joan Laporta, presidente del F.C. Barcelona. Si como dirigente deportivo, casi nada habría que reprocharle; por sus ridículas soflamas independentistas nos tememos lo peor con el dichoso librito. Y para estos engendros, sin ánimo de prohibir (palabra políticamente incorrecta), las ediciones digitales sí sería un excelente mecanismo. José López Romero.

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