miércoles, 17 de marzo de 2010

MELANCOLÍA


No sé quién comentó alguna vez aquello de “deberían prohibir la melancolía”. Posiblemente sea una frase que haya escuchado, con ligeros matices, no en boca de alguien en particular sino de muchas personas y de ahí mi dificultad en ponerle nombre y apellido. Es la melancolía en todo caso un sentimiento peligroso, que si no se controla pueda acabar ahogándote y llevarte al ensimismamiento, como si estuviéramos bajo el efecto de algún opiáceo; pero es que además nos podemos ver presa de sus efectos de repente, porque es así de puñetera, y el detonante puede ser un simple recuerdo que acude instintivamente, una fugaz imagen o una noticia como me ha sucedido a mí, con la de la muerte de Miguel Delibes. Es inevitable que la muerte de alguien como él genere un aluvión de reacciones, y más en un país como el nuestro presto a la alabanza post-morten. En mí el salto a la actualidad del escritor por tan trágico motivo, me ha provocado más que nada melancolía. Y es que Delibes fue uno de aquello personajes ligados a la cultura que atrajeron mi curiosidad de adolescente. Leí ‘La guerra de nuestros antepasados’ o ‘El príncipe destronado’, como también, entre otras muchas, ‘Historia de una escalera’ de Buero Vallejo, ‘A sangre fría’ de Capote, o ‘Al sur de Granada’ de Brenam. Libros y libros, sin orden ni concierto, de los que paradójicamente sólo han quedado en el recuerdo con el paso de los años unos pocos; como aquel ‘Confieso que he vivido’ de Neruda cuya primera edición compré en una recién inaugurada librería Mignon en Cádiz, o el mismo ‘Cinco horas con Mario’ (otra vez Delibes) con el que me pagaron es “especie”, junto a otros libros, por mi ayuda en los preparativos previos a la inauguración de otra librería gaditana, Petrarca, ya desaparecida. Delibes me trae melancolía, y me alcanzan sin que lo pueda evitar los sones del Tubular Bells de Mike Olfield, las imágenes en blanco y negro de aquellos ‘Doce hombres sin piedad’ protagonizado por José María Rodero, los poemas de Machado versionados por Serrat… RAMÓN CLAVIJO PROVENCIO

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