jueves, 30 de abril de 2009

Héroe


Lo tengo dicho hasta en arameo: por desgracia, la historia de la literatura en las aulas escolares hoy por hoy empieza en Jordi Sierra i Fabra o en Joan Gisbert y otros bultos sospechosos y termina, en el mejor de los casos, en el Marca o en el Superpop. Por eso cuando en los famosos currículos (palabra a la que no logro acostumbrarme, prefiero la tradicional “programa” o, en su defecto, “pograma”) ya desde tiernas edades se insiste en explicar el Poema de Mío Cid, aunque en versiones edulcoradas, me sigo poniendo las manos en la cabeza y vuelvo a mis blasfemias en arameo. En los últimos años en los que me he atrevido a acercar la épica a la boca de aquellos cuyos paladares ya no están hechos a platos tan fuertes, he preferido aligerarlo con un repaso general por la figura del héroe desde el mismísimo Ulises hasta llegar a los personajes de los tebeos. Así, intento dar una visión de un personaje universal, el héroe, a través de la historia; y aunque en más de una ocasión los intentos se queden en fracaso y de ahí la frustración ya consustancial a la labor docente, otras veces parece como si ese repaso abriese o iluminase ciertas mentes y éstas terminan por llegar a la conclusión de que personajes como Zidane, o Raúl, o Messi, o Iniesta, o Madonna, o Britney Spears bien podrían ser ahora nuestros nuevos héroes y heroinas, con lo cual volvemos al punto de partida o de destino: el Marca y el Superpop. ¿Estudios al respecto? Los que queramos y más. La figura de Rui Díaz de Vivar ha sido desde los estudios de Pidal ampliamente tratada, así como la épica en general, tanto nacional como extranjera, por no hablar aquí de los trabajos sobre Homero y todo el elenco de sus héroes (Héctor, Aquiles, Ulises) o el propio Virgilio y su Eneas. Y sobre personajes como Superman ahí tenemos un trabajo magnífico de Umberto Eco en su libro Apocalípticos e integrados, al que en más de una ocasión he citado aquí y que se ha reeditado en edición de bolsillo (¡aprovechen!). Y a pesar de la distancia en el tiempo y los cambios de época, a todos adornan las mismas virtudes aunque en dosis o matices distintos. Ya sean héroes posibles (de carne y hueso, como el Cid), ya sean imposibles (con poderes extraordinarios, como Superman), a todos adornan las mismas virtudes y son a través de ellas cómo componemos la figura universal del personaje: el valor, incluso el arrojo en la batalla, pero también la prudencia y la astucia, la generosidad, la buena estrella (de esto sabe bastante mi amigo Juan Cienfuegos) o la protección de la divinidad, la compostura personal, la belleza física como manifestación externa de la belleza interior, etc. Pero, sobre todo, uno de los rasgos consustanciales a todo héroe, fuente de muchas de las virtudes antes señaladas, es su inteligencia. Por eso, cuando Sarkozy hace unos días le negaba a nuestro presidente esta cualidad, al mismo tiempo que le negaba su calidad de héroe le reconocía el mérito de haber ganado dos elecciones. ¿Elogio o insulto?, se preguntaban algunos periodistas. Sin ser ningún héroe ni haber ganado ni las elecciones a la comunidad de vecinos, yo prefiero pasar por inteligente.¡Qué quiere que les diga!. José López Romero.

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