miércoles, 25 de marzo de 2009

Un curioso y desconocido libro


Quizás sea el libro titulado “Hombres ilustres de la ciudad de Jerez de la Frontera” uno de los libros de más éxito, en cuanto a seguimiento por parte de los lectores, de la historiografía jerezana. Como sabemos, lo escribió el médico Diego Ignacio Parada y Barreto, y sería publicado por la Imprenta del Guadalete en 1875. Pero no traemos aquí la figura de este Parada para hablar de su más que conocido libro, lo hacemos porque pese a las confusiones a que pudiera llevar, existe otro Parada y Barreto, pero de nombre Manuel, y que resulta autor de otro interesante libro que ahora parece resurgir de las sombras, en contraposición a la popularidad del mencionado a comienzos de estas líneas. Tras décadas perdido e ignorado por los estudiosos, nos topamos con un trabajo de gran interés, y sobre una temática como el paisaje, tan sensible a las preocupaciones de la sociedad actual. Este Manuel Parada y Barreto no era tampoco médico, sino profesor de dibujo, y el libro que lo saca del anonimato hoy, tantas décadas después de su edición, se titula “Ideas del Paisaje y la Naturaleza”. Fue publicado en Jerez en 1887 en la Imprenta de Melchor García Ruiz, y como decimos ha estado sorprendentemente invisible para la investigación. Su primera parte es un ensayo sobre las bondades del entorno natural, y resulta muy grato comprobar lo cercano e interesante que puede resultar su lectura para el lector contemporáneo. Quizás la segunda parte de la obra nos parezca de más interés, no sólo porque es un extensísimo y detallado catálogo de especies vegetales, sino por sus numerosas referencias a especies autóctonas. Como decimos, es éste un ejemplar que podríamos calificar de muy raro, pero que adquiere un mayor valor si cabe al contener una carta manuscrita del autor, dirigida a su primo Guillermo Loma y Barreto, que por entonces ocupaba el cargo de cónsul de la república de Honduras. El libro está profusamente salpicado de notas manuscritas y correcciones del autor, y es una de las sorpresas más gratas que me he llevado últimamente, en mis viajes por los extensos y desconocidos territorios del patrimonio bibliográfico antiguo. Ramón Clavijo Provencio.

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